La Jornada inició con la posibilidad de estar cerca de sí mismos, viviendo esa realidad tan clara y oportuna que enseña Calasanz: “no hay mejor principio de la vida espiritual que el del propio conocimiento”, fue así como se tuvo la posibilidad de vivir diferentes espacios para descubrir los rasgos de ser más valiosos. Posteriormente, los jóvenes se dispusieron a servir con sus capacidades y dones en un hogar de mujeres mayores, allí acompañaron, se rieron y disfrutaron de este espacio, y también expresaron su arte a través de bailes típicos como la marinera, algunos cantos y otras expresiones que permitieron reconocer la experiencia de estar cercar de los otros.
El segundo día estuvo marcado por un itinerario espiritual entorno a la persona de Glicerio Landriani, con su corazón de pobre, de santo y de ángel. Para ello el camino fue hasta la catarata de Antankallo, en el distrito de Matucana, a unas 2 horas de La Era (Lima). Allí los jóvenes lograron sentirse cerca de Dios viviendo momentos de oración, de encuentro y de recogimiento, mezclado con la posibilidad de disfrutar de la fría agua de la cascada de la amistad.
Al regresar de tal caminata, fue el momento para recoger la vivencia de estos días, iniciando la clausura, donde los jóvenes prepararon un detalle para su compañero/a de habitación, y posteriormente la celebración entre todos a través de un pequeño compartir intercalado con baile, canto y mucha alegría.
La JJC Perú 2022 concluyó el viernes 14 de octubre con un acercamiento a los espacios que construyen la vida comunitaria escolapia, como una manera de seguir creciendo en todo lo vivido durante estos días, y con la celebración de la eucaristía agradeciendo a Dios y a Calasanz por sentirnos más hermanos, más calasancios.
Por: Daniel Toro, Sch. P.