El P. Juan Carlos Sevillano quien presidió la eucaristía resaltó el agradecimiento a Dios por el don de la vida y de la vocación de estos dos hermanos nuestros, así como dice el salmo “demos gracias a Dios porque es bueno”. La bondad de Dios ha estado presente en los momentos de fragilidad humana y como les ha liberado del egoísmo, de toda esclavitud, dejándose salvar, para conducirlos en una vocación libre y plena. Por eso damos gracias a Dios, por su bondad. Hoy les reconocemos su trabajo y entrega “no es normal que a los 93 años quieran seguir dando clases y que a sus 60 años de sacerdocio y 83 de vida estén dispuestos a ir donde los lleva la misma obediencia”. Los dos son testimonio de entrega, reconociendo la calidad de su servicio hecho con alegría, por lo que debemos aprender de ellos, su claridad para hacer las cosas, sabernos situar al servicio de los demás y haciendo posible la misión de Calasanz.
Cuando los miramos, vemos hombres libres, hijos de Dios, con una vida optada por el sacerdocio, y a pesar de vivir en contextos desafiantes, Dios los ha llamado y tocado la puerta de su corazón para construir el Reino de Dios, respondiendo a las adversidades desde la centralidad en Jesucristo y la eucaristía. Es una invitación para todos los que les conocemos, dejándonos iluminar por la palabra del Evangelio como una oportunidad para construir un mundo más justo, sin violencia, un mundo de la paz de Dios, así como lo hizo Calasanz.
Felicidades, P. Celestino y P. Valentín.
Por: Asdrúbal Muñoz, Sch.P