Desde tempranas horas del 12 de marzo, la comunidad educativa se reunió en el coliseo del colegio para iniciar una peregrinación llena de fe y esperanza. Estudiantes de bachillerato, acompañados por sus docentes y numerosos padres de familia, se dispusieron con entusiasmo a recorrer juntos este camino espiritual. El ambiente estaba impregnado de recogimiento y alegría, con el himno Peregrinos de Esperanza resonando suavemente de fondo mientras se organizaban los grupos.

El recorrido se estructuró en distintos momentos de reflexión, invitando a los participantes a meditar sobre la esperanza, la reconciliación y la oración. Al salir del coliseo, los peregrinos fueron animados con la canción Color Esperanza, recordando que, incluso en los tiempos más difíciles, Dios nos llama a confiar y perseverar. Durante el trayecto, los estudiantes llevaban un corazón verde pintado en la mejilla, símbolo de su compromiso con la esperanza. Se les propuso reflexionar sobre preguntas profundas: ¿Qué les causa desesperanza? ¿Cómo pueden ser signos de esperanza para los demás?

Al llegar al puente de San Mateo, se vivió un momento significativo de reconciliación. Se invitó a todos a abrir su corazón al perdón, comprendiendo que restaurar los lazos rotos no es un proceso automático, sino una decisión consciente y amorosa. Como signo de este compromiso, se realizó la dinámica de la mano de la reconciliación, en la que cada participante escribió en un folleto personal sus compromisos para fortalecer la armonía con Dios, consigo mismo y con los demás.

Poco antes de llegar al destino final, se rezó el Santo Rosario, ofreciendo cada misterio por intenciones especiales: el Papa y la Iglesia, las familias, los niños y jóvenes, las vocaciones religiosas escolapias y la comunidad educativa. Fue un momento de profundo recogimiento, en el que cada plegaria ascendía al cielo como un eco de la fe compartida.
Al finalizar, se celebró la Eucaristía, presidida por el Pbro. Fabio Enrique Durán Pinto, párroco vicario. En su homilía, el sacerdote exhortó a los peregrinos a vivir con esperanza, a ser agentes de reconciliación en sus familias y comunidades y a practicar las actitudes de la Cuaresma: oración, ayuno y limosna. Al concluir la celebración, se realizó la oración del Año Jubilar y la consagración a la Virgen de Nuestra Señora de Chiquinquirá.

Así, con el corazón rebosante de gozo y esperanza, la comunidad educativa emprendió el regreso con la certeza de haber recibido la indulgencia plenaria y de haber compartido, como Comunidad Cristiana Escolapia, un espacio de profunda fe y devoción.

Por: Nora Eugenia Vasquez Arroyave

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